
Para algunos, llegar a casa después de una extenuante rutina y tener que ocuparse de las tareas hogareñas es una de las desventajas de la independencia, pero otros afirman que no hay nada peor que enfermarse cuando vives solo.
Para que ciertas situaciones no arrastren dificultades mayores, te decimos qué es lo que debes hacer cuando tu salud no ande bien.
Invierte en medicamentos básicos
Pocos le dan importancia a la presencia de fármacos fundamentales en el hogar. Sin embargo, una aspirina puede atenuar el malestar de un resfriado que recién empieza, y si la tienes a disposición inmediata el alivio es mayor.
Intenta dotar el botiquín considerando tus complicaciones de salud más frecuentes y los pequeños accidentes caseros: quemaduras, cortadas o golpes leves.
Recuerda que cada organismo tiene sus exigencias, así que ten en cuenta las particularidades del tuyo antes de sumar ciertos químicos a la lista.
Escucha tu cuerpo
Por lo general, escogemos ignorar los primeros síntomas de cualquier enfermedad, pero cuando no contamos con alguien que pueda ayudarnos en medio de una emergencia, atender las señales iniciales que nos da nuestro cuerpo se convierte en una obligación.
Acude al médico de manera oportuna. No se trata de ser exagerado, es cuestión de prevenir cuadros más complejos.
Procura tener a la mano los números telefónicos de los especialistas y el de urgencias. Ser prevenido es un indicio de adultez.
Cumplir con un tratamiento médico cuando vives solo
Estás enfermo y debes seguir una prescripción al pie de la letra para mejorarte.
En estos casos, el paso esencial que te levantará pronto de la cama es tener las indicaciones del doctor en un lugar visible, especialmente si eres olvidadizo.
Si debes tomar varios comprimidos, te recomendamos sacarlos de las cajas y guardarlos en un pastillero. Este accesorio es muy práctico para mantener al alcance y en un mismo sitio todo lo recetado por el doctor.
Por más que confíes en tu buena memoria, activa una alarma que suene cada vez que te toque ingerir la píldora y respeta el tratamiento hasta que finalice por muy recuperado que creas estar.
Es común que abandonemos o le restemos interés a las indicaciones médicas cuando apenas nos sentimos mejor. La efectividad de un fármaco es completa si se cumplen los lapsos.
Hidrátate y aliméntate. Si en definitiva tienes que hacerte cargo de ti mismo, por más convaleciente que estés, tienes que cocinar. No postergues las horas de la comida.
Las sopas y las ensaladas son excelentes aliadas en medio de estos escenarios.
Cuida tu alimentación
Sí, sabemos que ya resulta trillado leer que una dieta balanceada contribuye con la buena salud, pero el acelerado ritmo de vida casi siempre nos induce a descuidar la alimentación.
Dar al organismo los nutrientes que requiere para su pleno funcionamiento nos garantiza tranquilidad.
La independencia conlleva a ser más conscientes de nosotros, y durante los primeros años nos somete a pruebas constantes en las que debemos aprender a maniobrar sin la colaboración de los demás.
Con estos consejos podrás atender padecimientos menores; sin embargo, no te dejes ganar por el orgullo si el escenario amerita que allegados se involucren. Siempre es bueno saber que se puede contar con otros.
*Redacción: Elianeth Pineda
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