
¿Es posible que una amistad perdure a pesar del tiempo?
La respuesta es sí. Sin embargo, tal como ocurre con las plantas, es vital que se riegue con el agua del amor y la atención periódicamente, y eso depende de las dos partes de la relación.
Las amistades se cultivan, maduran.
La vida pone a aprueba la generosidad, lealtad, el agradecimiento, y no siempre se sale bien de ello. De los amigos del barrio, el club, el colegio, o un trabajo, poco a poco la lista se va reduciendo. De un grupo de veinte o treinta amigos, solo quedan tres o cuatro para toda la vida.
No con todos los amigos mantenemos la misma cercanía emocional. La diferencia estriba en el grado de implicación e intimidad en el que interactuamos. Las situaciones difíciles por las que todos pasamos se encargan de distinguir la calidad de nuestras amistades.
Es bastante común que “amigos de toda la vida” mantengan un vínculo superficial en el que compartir el tiempo de ocio es la única manera de plasmar la relación. Cuando se trata de compartir frustraciones, problemas, dolores, esos “amigos” suelen estar ocupados en otras cosas.
Sobre este último punto, la Biblia dice: “Hay amigos que no son amigos, y hay amigos que son más que hermanos” (Proverbios 18:24).
Perdonar a los amigos
Es importante que entiendas que las personas no somos perfectas y que cambiamos con el tiempo.
Un acto generoso, que demuestra la calidad de los amigos, es perdonar. Antes de enojarte, distanciarte y terminar con una amistad, hay que intentar comprender los motivos de una acción que nos ha hecho daño.
“Hay amigos que no son amigos, y hay amigos que son más que hermanos” (Proverbios 18:24).
Saber perdonar es propio de almas generosas.
En distintos momentos de la vida habrá quienes compartirán mejor nuestras aflicciones, nuestros gustos, nuestros sueños. Querer que una sola persona llene todas nuestras necesidades de amistad a lo largo de toda la vida es una utopía.
Nuevamente, la Biblia nos habla de la importancia de amar a los amigos, y nos advierte: “El que perdona el pecado, busca afecto; el que lo divulga, aleja al amigo” (Proverbios 17:9).
“Condimentos” para mantener la amistad
Conservar las amistades a lo largo del tiempo implica dos condimentos esenciales:
Comprensión de los diferentes momentos de la vida, de las personalidades, de las consecuencias de las distancias, de los estados de ánimo. Entender que en determinado momento estaremos más cerca de una persona, y que en otros habrá cierta distancia, pero que ello no implica que se abandone la amistad.
Quizás vivas un distanciamiento casual o momentáneo y que probablemente sea necesario para reacomodar la relación, o tal vez tú o tus amigos estén concentrados en cumplir alguna meta.
“El que perdona el pecado, busca afecto; el que lo divulga, aleja al amigo” (Proverbios 17:9)
Atención, dedicación. La amistad, como toda relación humana, necesita ser cuidada para que perdure. Necesita protección y nutrición. Esto se hace mediante diálogos periódicos, con pequeñas atenciones como regalos, sorpresas, llamadas telefónicas, etc.
Con el desarrollo de las redes sociales a través de Internet, no hay excusa para no estar en contacto o comunicarse con más frecuencia, muy diferente a lo que ocurría hace unas décadas, cuando la gente solo tenía las cartas, que llegaban días o meses después a su destinatario, o que una llamada internacional, en caso de que esa amistad viviera en otro país, era muy costosa.
También se cuida una amistad a través de los años estando presente en los momentos importantes de la vida, tanto los felices como, por ejemplo, una boda, cumpleaños, nacimientos o graduación, como los infortunados (enfermedades y fallecimientos).
Comprendiendo las situaciones y a tus amigos, y cultivando la relación, seguramente mantendrás las amistades que enriquecerán profundamente tu vida.
*Redacción: Moisés G. Hernández
Adaptación de un fragmento del folleto “La Amistad” (CPTLN – Chile, 2016).
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